jueves, 28 de agosto de 2008

POR UNA ANTROPOLOGÍA MÁS HUMANA

Considerando que la antropología ha avanzado continuamente y hacia un nivel más humano y, que desde los aportes de Clifford Geertz, ha tomado más fuerza su sentido etnográfico y de exploración cultural, debemos aclarar que esta no es la última instancia en el proceso de transformación de esta materia, que aún hay normas que se van ampliando y que van agrandando el círculo de lo que se llama la “Investigación antropológica”, esto, gracias a los planteamientos de un nuevo -por así decirlo- postulante de la etnografía: James Clifford.

En el marco de sus tres desarrollos teóricos claves, Clifford se apoya en el refuerzo de la etnografía como una forma, más humana, de conocer los principales cambios culturales que se dan en el planeta. Se orienta en el análisis exhaustivo de lo externo y lo desconocido, haciéndolo familiar y que sea de un gran alcance, debido a que, sin importar el hecho de que las culturas lejanas, son gente que tiene mucho contenido y muchas lecciones de vida que brindarle al común de sus coterráneos. Por tanto, se considera sumamente gratificante, atender el buen papel del investigador -ahora convertido en etnógrafo- como persona capaz de representar el quehacer de una cultura, mas no de reinventarla ni de modificarla, mostrando finalmente, todos los componentes que enriquecen el lenguaje de cada una de las culturas que estudia, y a su vez, el lenguaje de quien está al frente de ellas y de quien observa el producto final.

Ahora, algo importante, el etnógrafo no sólo debe tener a una cierta comunidad como un mero objeto de estudio, sino que debe integrarse con ella, participar directamente de sus procesos internos y de reconocimiento, igualmente, debe asumirla en total igualdad de niveles, además, estar presto con todo su sentido auditivo para que las interpretaciones recogidas y puestas en un papel, posteriormente, tengan el mismo significado que el interlocutor quiso expresar.
Así mismo, a la par del reiterado interés que se debe prestar al oído, debe existir una descripción detallada de observaciones y una cuidadosa selección de ellos, para que de esta forma exista una total correspondencia entre lo que se dijo y lo que de verdad se puede encontrar. De igual manera, se debe saber que no existe, en ningún nivel, una verdad absoluta, por lo que hay que recoger todas las versiones posibles acerca de un hecho o una realidad, para así ejercitar la construcción conceptual y la clasificación entre lo válido y lo ambiguo.

Una cosa muy importante que se debe recalcar en el funcionamiento de la etnografía, es el encuentro de conceptos tan variados en la investigación antropológica, como lo son: Lo físico, lo antropológico, lo cultural (o social) y lo lingüístico. Con esto se puede llegar a la comprensión más íntegra de todo tipo de culturas.

En este momento, el etnógrafo ha adquirido la capacidad de retratar una a una las observaciones que, bajo su criterio, son dignas de mostrar al “mundo exterior”; pero, ha llegado el momento en que la composición de las verdades y manifestaciones continuas adquiera un nivel más categórico: El uso de la Alegoría. Si bien se ha reconocido a la etnografía como una ciencia que sufrió numerosas críticas por incluir, en gran parte de su investigación, la retórica y la poesía, es digno de reconocer el esfuerzo de la alegoría etnográfica por sacar a flote todas esas aptitudes literarias que un verdadero etnógrafo puede llevar en su interior.

Sí, en efecto, la narrativa llega a la Alegoría con el fin de adornar, y llenar de gran credibilidad esas investigaciones hechas en culturas de las que, a decir verdad, no se pensaba obtener dicho resultado; se confirma la etnografía como una forma de capturar la realidad social de una forma distinta, y se llenan las expectativas de quienes se basaban en la historia recogida de lo escrito. Porque no hay nada más importante que creer en algo que se ha sabido de primera mano, por parte de sus directos participantes.

La diferencia que se puede hallar con mayor facilidad, es que en la alegoría predomina -de una manera amplia- la sensibilidad poética, narrativa e ilustrativa, que sólo se veía limitada a las altas clases, que criticaban ampliamente los sentimientos de un investigador de este tipo. Por eso, el investigador debe llenarse de un bagaje cultural que realmente se ajuste a las necesidades de quien investiga finalmente un documento de tal importancia.

El etnógrafo debe saber que su trabajo consiste en desarrollar, además de su facilidad investigativa, una conexión entre Trabajo de campo, Retórica literaria y la Historia social en cuanto a su análisis; en este último punto se puede evidenciar en el relato sobre Nisa, como una manifestación de un deseo que un determinado grupo social (la mujer) está pidiendo, el ser reconocido como ser aportante a la construcción de una sociedad más sensible y humana. En este relato, así como en muchos otros, la vida se convierte en narración pura y dramatización, es decir, esa vida se pone en total representación de sus venturas y sus fracasos, para así poder reflejar la vida individual en un proceso de vida más global.

En algunas opiniones expresadas a lo largo de la etnografía de Clifford, se puede destacar el debate que siembran autores como James Walker, quien dice que la voz del encuestado es importante; Raymond Williams, defiende un texto rico en valores, en cambio, George Elliot, los reduce a la posibilidad de que sólo existan como una cuestión moral; Derrida, por su parte, asume lo gramatical en cuestión de menor preocupación, según el, lo que importa es plasmar los conocimientos y la experiencia de cada cultura, sin adornarla.

Dadas estas observaciones, la etnografía -acompañada de la alegoría- es considerada un punto culmen dentro de la investigación de campo, pues convierte todos los códigos internos de una comunidad, en experiencias palpables y testimonios de vida ejemplar que tal vez puedan llegar a mejorar la calidad de vida y el comportamiento de las sociedades actuales. Además de esto, la variedad y la marcada interacción que existe entre objeto-sujeto, o más bien, entre investigador e interlocutor, hacen que la alegoría sea tomada en cuenta como una nueva disciplina entre todas las que tienen propósitos sociales.

Es claro que la alegoría etnográfica marca una nueva etapa dentro de la humanización de la antropología, pues rescata las emociones puras y el verdadero sentido social que, particularmente, debe ser desarrollado por personas que cambiarán el rumbo de la humanidad: Los Comunicadores Sociales. (Elaborado el 9 de Noviembre de 2006)

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