jueves, 28 de agosto de 2008

POSIBLES ESCENARIOS DE LA TELEVISIÓN COLOMBIANA

1. ¿Decadencia? Tal vez. Consideremos, como medida fundamental, que la televisión en sentido global es un portal de información al mundo, es decir, es una ventana de gran magnitud, en cuanto muestra los hechos que afectan a la sociedad; por eso, respetando esa calidad de ser ventana, debe hacer que todo se transmita de forma nítida y sin maquillajes que puedan vanagloriar a uno y a otro grupo social influyente.

Entrando en materia, la decadencia se puede evidenciar en los “avances” que ha tenido la televisión colombiana en sus 50 años de exposición ininterrumpida. La historia comienza, positivamente, con su proyección en blanco y negro, que logró, en aquellos aparatos grandes, rústicos con cajuelas y con botones casi inmanejables, cautivar la atención de decenas de generaciones en el país.

Así como los tiempos cambian, la tecnología avanza, y con eso, la televisión abarca más intereses y va entrando en un proceso de expansión incontrolable. Forzosamente, para examinar dicho problema, nos debemos trasladar a los últimos años del siglo XX, en los cuales las audiencias son cada vez más exigentes, piden una televisión mucho más real y es entonces cuando la cámara se concentra en tomar como objetivo cualquier elemento, cualquier imagen que pueda causar emociones en el público. Es así que durante este tiempo, la televisión ofrece muchas más facilidades para mostrar la realidad y trae unas imágenes que contienen gran cantidad de “morbo”, es esto lo que pide la gente: ver algo que les haga erizar la piel, algo distinto a lo de siempre. Está, además de eso, la mala inversión de los presupuestos, es aquí donde se ejemplifican: malas imágenes, actores, actrices y presentadores sin experiencia, libretos rebuscados, compras de ideas originadas en otros lugares y, por si fuera poco, el facilismo que manifiestan al obtener su lucro a través de la mal llamada “televisión interactiva” que utiliza la telefonía móvil para “integrar” al televidente en concursos en que, a la final, muy poco ganará, comparado con el gasto por su participación.

Tristemente, la niñez siempre va a quedar como la población más vulnerable al cambio tan exabrupto de la televisión. Tiene que soportar todo el peso de la sociedad actual, teniendo que recibir imágenes sangrientas y llenas de violencia, como sólo en los últimos años se ha sabido hacer. Sufren el amotinamiento de toda la televisión adulta dentro de los pocos espacios que son propios para su esparcimiento, y si el programa es propio para tal público, tiene algún elemento que no es apropiado.

2. ¿O... la Gloria? Puede ser. Es bueno advertir que toda esa expansión tecnológica, toda esa “masificación” de la información hace que más población esté enterada de lo que acontece; debido a esto, no se debe refutar el beneficio que hace -sigilosamente- a ciertos lugares apartadísimos en nuestro territorio. Si bien se decía anteriormente que la televisión reocupa de mostrar cuanta imagen surja, sin haber un estricto control, es bueno anotar la aparición de los espacios de defensoría del televidente, un espacio dinámico y presentado por gente con experiencia, que abre sus puertas a las opiniones de miles de televidentes y busca soluciones a los conflictos generados por los mensajes televisivos. Lo malo, la hora en que los emiten: doce de la madrugada.

No obstante, nos aproximamos a la verdad de que la televisión es el medio más popular en las familias, podemos establecer que su facilidad, a comparación del Internet, es más apremiante ya que sólo constituye comprar un aparato receptor y tener una conexión eléctrica, es cuestión de poco dinero.

En Colombia contamos con varios canales, de los cuales algunos se dedican, en el caso de Señal Colombia, Institucional, y los regionales, a mostrar el lado positivo que se oculta detrás de la realidad que puede haberse mencionado en los párrafos anteriores, considerando que para ello se puede contar con moderado presupuesto; lo que importa es resaltar los paisajes y las culturas que poco a poco se van abriendo paso en la convergencia de lo que llamamos amor y sentimiento patrio.

Esto del presupuesto bien manejado, se puede a su vez aplicar en la consecución de grandes talentos nacionales que no necesariamente tienen que ser de otros países. Aquí hay talento de sobra. Si no es cierto, que lo digan personajes como Gloria Valencia de Castaño, Fernando González-Pacheco, Héctor Mora, Carlos Muñoz, Dora Cadavid, Iván Mejía, Vicky Hernández, Gerardo de Francisco, Margalida Castro y tantas innumerables leyendas que perduran en el universo inolvidable de la TELEVISIÓN COLOMBIANA.

¡Ah! una pildorita: Ojalá con el nuevo sistema de Televisión Digital Terrestre implantado por la Comisión Nacional de Televisión, en el que se tendrá en cuenta el estándar europeo DVB-T, mejoren las propuestas de tener una televisión digna de los colombianos que estamos siempre buscando calidad tanto en forma como en contenido.

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