viernes, 29 de agosto de 2008

DÍA FOTOGRÁFICO (Estado natural)

La serie de hechos que antecedieron a ese gran día podría ser relatada aquí; pero, para lograrlo, sería necesario retroceder a los diez días en que se decidió no recibir clases. Eso no importa. La consecuencia fehaciente y primordial de esa jornada se dio y, claro, es lo que a continuación se describirá.

Muchas cosas se movían en ese instante, en el que un reloj se disponía a marcar las 8 en punto de la mañana de un 1 de Mayo que, para muchos, significaba el puente más inusual y deseado en el año. La práctica de Fotografía estaba a punto de iniciar. Buses salían constantemente; el grito de unos cuantos, promocionando productos de canasta familiar, se incrementaba poco a poco. Todo, todo se movía. Los que no se movían: los estudiantes de 4º semestre y sus acompañantes. La razón: la maestra. ¿La maestra? ¡Claro! La maestra no había llegado y el frío se hacía presente.



Sólo tuvimos que esperar unos minutos. Margareth Bonilla, encargada de este grupo de futuros comunicadores, llegó. Ahora, la espera se concentraba en los buses, para saber cuál era el próximo en salir y si toda la gente que allí había llegado (aproximadamente 20 estudiantes) cabría allí. Después de un breve desayuno de algunos, estando todos dentro del 537 de Transportes La Ibaguereña, comenzó la travesía. Casi una hora en una pequeña integración -más académica que ‘secular’-. Cada compañero con sus locuras hizo más ameno el rato; la música no tan reciente del conductor era un ingrediente algo extraño en aquel recorrido, pero motivaba y daba pie para la recocha y el buen ambiente.



Hasta ahí, no es meritorio contar más. Eso dejémoslo al recuerdo particular de cada uno y a las cámaras digitales y/o celulares.

Llegados a Juntas, vino la preparación a lo que sería, para muchos, un experimento. Las explicaciones de la maestra, la procesión de las ovejas y los recuerdos fotográficos en los celulares, sirvieron de calentamiento para lo que se avecinaba.

El río Combeima fue la primera víctima inequívoca de nuestros experimentos. Las fotos, en su mayoría, se dirigían hacia su intimidad; no lo dejaban fluir en calma. Todos, con tal de registrar una inexistente quietud en sus aguas, le disparaban contra sus aguas, sus hilos. Pobre río... duró casi 10 minutos encerrado en ese ir y venir de ‘catadores’ de imágenes posibles. Luego, el ascenso al mirador. Las flores, los caballos, los demás turistas, hasta los más insignificantes insectos; todo quedaba frente a los lentes de las cámaras de los estudiantes, algunos de ellos, principiantes -entre los que me incluyo-.

Ahora, el mirador. Los Sauces, su nombre. Este fue el próximo destino del grupo, minutos antes de que se avecinara la hora de alimentar el espíritu y... ¿por qué no?, el estómago. Antes, las fotos con el Cañón al fondo, con el grupo, con la profesora, con una botella de vino, con los hongos, con las flores, etc., cualquier escenario fue apropiado para seguir en esa exploración fotográfica que avanzaba sin mayor dificultad. Los inexpertos aprehendían experiencia, inevitablemente; no quedando atrás la diversión, factor que caracteriza a 4º semestre, y unos emparedados de bocadillo aportados por Maura Alejandra, compañera de práctica.



Luego el descenso y, finalmente, como todos querían, el almuerzo en Juntas, con opciones como: arepas de chócolo, pasteles, arroz con leche, botellas de ‘Pony Malta’ vacías, pequeñas muestras de capoeira de uno de los asistentes, baño en la cascada y hasta demostraciones de amor entre las parejas. Serían casi las 14 hrs. de ese día cuando se puso fin oficial a la práctica. Sin embargo, no se habían apagado los obturadores. El paisaje, digno de una zona montañosa, cómplice de un clima cálido y favorable para muchos, originó algunos disparos de cámara; especialmente, hacia las caudales, la gente campesina y los parques de Juntas, Villarrestrepo y Chapetón, entre otros lugares…


No sobra decir que aquí no terminó la actividad fotográfica de los pupilos de la maestra Margareth. El ‘miedo escénico’ de algunos estudiantes, en cuanto al manejo de la cámara, no dejó que se tomaran todas las fotos necesarias para complementar la práctica: tuvo que hacerse una segunda reunión para que los grupos afectados por el miedo -que no fueron muchos- completaran su trabajo. En las lentes también quedaron reflejadas imágenes mucho más informales y no tan naturales: pero estarán mejor guardadas en la memoria de cada quién.

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