A un año de conmemorarse el Bicentenario de independencia de la República de Colombia, Ibagué, una de sus más importantes ciudades, tuvo el privilegio de sumarse a este coro tan especial durante la celebración del
Gran Concierto Nacional, iniciativa del
Ministerio de Cultura en pro de la conservación de nuestra identidad colombiana, y del rescate urgente de los valores que, poco a poco han sido echados al olvido.
Y no era para menos el beneplácito reinante entre muchos de los que realmente valoramos la música; es, precisamente, esta expresión, el tricolor amarillo, verde y rojo que ha acompañado a esta tierra promisoria durante los casi 459 años de fundación. El inicio del festejo tenía que contar con este ingrediente secreto para ser así de especial.
Todo el país se uniría, entonces, gracias a esa iniciativa, en una sola voz. Doce del mediodía, hora clave para empezar a vivir, por segundo año consecutivo, emociones sin comparación alguna con alguna correría al estilo de Los 50 de Joselito, Silvestre Dangond, Vicente Fernández, El Charrito Negro o cualquier otro exponente de música agitadora de masas en los últimos tiempos.
UN BUEN COMIENZO El Gran Concierto Nacional estaba listo para abrir -literalmente- sus puertas
a la demostración del gran talento que hay en cada artista colombiano. Y qué mejor manera de comenzar que por los pioneros de la educación musical en la ciudad: las orquestas sinfónicas infantil y juvenil del no poco prestigioso Conservatorio de Música del Tolima que traería, a los oídos siempre exigentes de los asistentes al escenario, canciones que desde el mismo Himno Nacional y el de Castilla, el Bunde Tolimense, trajeron júbilo representado en notas propias y conocidas.
Seguiría, en su turno, el instituto educativo musical Amina Melendro de Pulecio, otro de los mejores recolectores de frutos de esta región. Doña Amina, mujer que entregó gran parte de su vida a forjar una cadena de valores musicales en todos aquellos interesados en hacer perenne este patrimonio, escuchaba atenta desde el azul eterno aquellas notas interpretadas por sus pupilos.
Pero… ¿Por qué decir que Ibagué fue bendecida? Precisamente, una joven estudiante de la institución, integrante de esta agrupación, entonó una melodía que llegó al alma de muchos. ‘Ibagué, tierra bendita’, de su joven voz, arrancó aplausos a los cientos de ibaguereños y de visitantes que se aglomeraban en el lugar.
PARA TODA UNA VIDATreinta y dos aportes a la música, uno por cada departamento colombiano, serían galardonados de acuerdo con una votación general a través de la página de internet del
Gran Concierto Nacional. Por eso, si bien el propósito central del encuentro se constituía en fortalecer nuestra identidad musical, el mejor motivo para transmitir el sentido necesario al derroche de amor patrio fue el reconocimiento al maestro Luis Enrique Aragón Farkas, ganador de la votación regional, en su calidad de músico intachable de la región, promotor de grandes éxitos para el folclor tolimense. Como valor agregado, obtuvo la orden Ibagué Ciudad Musical, de manos de Jesús María Botero, alcalde de la ciudad.
Más interpretaciones de música que hacía soñar con una tierra más prometedora y remitía a las añoranzas más sublimes de nuestros ancestros. La coral ‘Ciudad de Ibagué’ subió al escenario a engalanar la etapa inicial de esta actividad con las notas de obras tan recordadas como ‘Vivirás mi Tolima’ ‘El calentano’ e ‘Ibagué’. El público, como era de esperarse, vibró y cantó al son de tiples, guitarras y composiciones tradicionales.
PATRIOTISMO INTEGRALMuy repentinamente, 3 perros raza labrador, uniformados con el tricolor nacional, y sus dueños, también revestidos de los colores autóctonos, distraían la atención de muchos. Banderas a lado y lado, dispuestas de diferentes formas, daban cuenta del orgullo por la tierra. Todas reunían los mismos intereses y se movían al son de una tarde severamente soleada. Por un momento la Concha Acústica quedó parcialmente desolada, por cuenta de un astro rey caprichoso, que daba permiso y dominaba, a la vez. Esto, sin embargo, no fue impedimento para seguir con la jornada, que en ese momento continuaba siendo un derroche de sentimiento musical.
DE OTRAS LATITUDESA continuación, tendría merecido lugar un espectáculo que cambiaría la forma de ver la música, al menos, en ese componente tradicional que todos conocemos. ‘Legatto Vocal’, una armoniosa combinación manizalita de 4 voces masculinas y 3 femeninas, se hizo presente interpretando canciones conocidas, pero con el más preciado instrumento musical que un ser humano haya podido recibir: la voz. En efecto, la categoría de ejecución de versos a capela se convirtió en atractivo para jóvenes, pequeños y grandes que corearon y aplaudieron, al ritmo coordinado de bajos sin cuerdas, trompetas sin bocina, maracas sin granos, y baterías sin baquetas.
A RITMO DE FIESTASiguiendo con la buena música, Los Gaiteros de San Jacinto, provenientes de Bolívar, ganadores -con mérito- de un premio Grammy, imprimirían un toque folclórico fiestero a la tarde. La gente, que desde muy temprano se reunió a lo largo de la calle 10, en busca de una buena ubicación, se levantó de sus lugares de descanso y se agitó. Bailó. Gritó. Exaltó su espíritu colombiano a ritmo de cumbias, pintadas con la brocha de gaitas y tamboras.
MÁS DE LO PROPIOMás talento local para la tarde. Conexión 2HT, un grupo de hip hop compuesto por jóvenes talentosos y amantes de sus raíces, subió al escenario y demostró por qué este género goza de gran aceptación entre el público de menores edades. Sin embargo, toda una Concha Acústica vibraba con sus sugestivas fusiones musicales.
Moris y Los del Sitio, también hizo que el auditorio se quedara de pie durante un buen lapso, al son de unas cuantas canciones que ya habían sido éxito, como ‘Tres minutos’, ‘La borrachera’ y ‘A partir de hoy’. Un hombre que se sintió emocionado por volver a su tierra, gozó con su gente aplicando cada gota de su fuerte carisma reflejado en su interacción con el público. Él también dio su voz de apoyo al maestro galardonado durante la tarde de aquel festivo patrio.
Y más sorpresas no podían pasar desapercibidas. Muchos sabían, y otros no tenían ni idea. Dafne Marahunta apareció ante la admiración de la gran cantidad de público juvenil que aún aguardaba en la Concha Acústica. Para entonces, ya habían transcurrido unas 5 horas de concierto; sin embargo, el ánimo no decaía. Con su toque de irreverencia y su energía incontenible, hizo de las suyas en el escenario, además, con una particular actitud, pero bien recibida, ante un público tan exigente como el ibaguereño. Fueron buenos anfitriones. No hay que negarlo.
Y, PARA EL CIERRE,…Kimbombó. Tres premios Congo de Oro consecutivos son más que buena referencia para disfrutar al máximo de un baile bien surtido, como el que esta
orquesta tolimense motivó durante una hora. Canciones propias y de otros talentosos artistas tropicales hicieron parte de un cierre perfecto para esta celebración. Kimbombó, como orquesta de gran trayectoria en la región –y en el país- sabía el compromiso que debería asumir durante esta noche, con canciones tan recordadas como ‘Suena la tambora’ que era solicitada por muchos de los asistentes, y que sólo dejó sentadas a las malas energías, que, a propósito, no había.
Definitivamente, hay que aclarar que a pesar de haber sido Tame, en el departamento de Arauca, el epicentro de la conmemoración de índole nacional, Ibagué impuso su sello como Ciudad Musical de América. Finalizó, de esta manera, la fiesta de Independencia, que adquirirá mayor importancia el año siguiente, cuando sean -ya no 199- sino 200 años de este acontecimiento. Al igual que el Gran Concierto Nacional, al que no le quedará difícil llegar a esta cifra.
Seguir cantando la música de Colombia será el compromiso de muchos, puesto que -según lo vivido en 1099 municipios del país simultáneamente- hay de dónde escoger.